Las
instalaciones de la Iglesia Evangélica Shalom se han convertido en un centro de
albergue para doce familias que son miembros
de nuestra Iglesia y que han sufrido los embates de este mal tiempo. Ellos no
esperaran una segunda orden para dejar sus casas debido al clima desfavorable
que se está teniendo estas últimas semanas. Ellos viven a orillas del rio
Choluteca amenazados por la crecida de éste y por el temor de volver a vivir la
experiencia que pasaron durante el Huracán Mitch en 1998.
La
diferencia entre lo vivido durante el Huracán Mitch y las lluvias de hoy se
encuentra en los testimonios de algunos de los hermanos que están en el
albergue:
“Para el
Huracán Mitch, no conocíamos de Dios, ni teníamos experiencia en esto de huracanes. Salimos sin darnos cuenta de lo que iba a suceder. Salí con mi familia solo con la ropa que
llevábamos puestas aquel día, nada más cerramos la puerta de la casa y nos
fuimos. Ahora salimos a tiempo, con
ropa, con platos y colchonetas. Estoy
feliz de conocer a Dios y a mis pastores que tanto nos han ayudado. Yo me siento contenta de estar aquí junto con
todos los hermanos que estamos pasando estas dificultades. El dolor de uno es el dolor de todos y estoy
dispuesta a ayudar y servir a mi iglesia.”
Maricela Linares.
“Gracias a
Dios que a través de esa experiencia del huracán Mitch, yo llegue a conocer a
Dios. En ese tiempo yo estaba en San
Pedro Sula. Lo más difícil para mí fue
que no podía comunicarme con mi familia (quienes vivían aquí en Choluteca) durante
dos semanas porque los teléfonos no funcionaban y las carreteras estaban
destruidas. Tuve que venir a buscarlos:
Gracias a Dios que ellos siempre me tenían en oración. En esta ocasión estoy con todos ellos y estoy
contento de que estamos juntos a pesar de estos momentos difíciles.” Gustavo
Dávila.
“No se
imaginan como me sentí al ver que la quebrada se salía de su lugar y empezó a
inundar las casas poco a poco. Miré a
las personas que salían con el agua a la cintura y con lágrimas en sus ojos y
con sus pertenencias en los hombros para que no se les dañaran. Aunque yo no pase el Huracán Mitch en el
Barrio Morazán, yo se que causó mucha tristeza y dolor a las personas. Y ahora están recordando esos tiempos de
nuevo, Dios pueda darles consuelo.”Fany Melgares
Dios trae esperanza a los desesperados y
consuelo a los afligidos. Él es la
diferencia que nos hace gozar en los tiempos difíciles.
Siempre esperamos en Dios que él proveerá lo
necesario para sostener estas familias y a muchas más que están pasando por dificultades
en estos días. Y que nos apoyemos unos a otros como dice la hermana Maricela,
“El dolor de uno es el dolor de todos…” mientras esperamos que el sol vuelva a
alumbrar con claridad sobre nosotros.
Estamos agradecidos
con Dios y con todos que han contribuido algo para comprar comida para nuestros
hermanos necesitados. Dios le bendiga.